viernes, 2 de julio de 2021

Los Brumas (1964) 

Gandía. Aquel año, los inseparables de la numerosa pandilla de amigos eran Edu, Germán, José Luis, Pepe y Siso. Excepto el primero, los otros formaban parte del equipo de natación, aunque Germán no se lo tomaba tan serio como el resto. Durante la semana, el punto de reunión era en un banco junto a la estación del ferrocarril de Alcoy, que ellos denominaban “el banquito de las chapas”, por cómo quedaba el suelo de los alrededores, lleno de escupitajos que tenían la costumbre de tirar mientras fumaban, sobre todo Pepe; no decía cinco palabras seguidas sin escupir. Pero, el que de verdad los igualaba a todos era la pasión por la música y las chicas. Salían con un grupo de amigas y todos los chicos tenían su preferida. A José Luis le gustaba Pepa, a Edu, Marga, a Germán, Maribel, a Pepe, Amparo, y a Siso, Conchin. Los sábados iban al cine y los domingos hacían guateques en casa de la abuela de Pepe, o en el taller de niquelado del padre de Juan –otro de los amigos-. 

 Los grupos y cantantes de música rock y pop hacían estragos entre la juventud. The Beatles, The Rolling Stones, Cliff Richard & The Shadows, The Kinks, Eric Burdon & The Animals, The Who, Trini López, Enrique Guzmán y Los Teen Tops, Dúo Dinámico, Los Sirex, Los Mustang, Lone Star, Los Pekenikes, Los Top-Son, Los Relámpagos, Luis Aguilé, Mike Ríos, Johnny Halliday, Silvie Vartan, Los Surfs, Domenico Modugno, Nicola di Bari, Mina, Rita Pavone y un largo etcétera conformaban el panorama musical de principios de los años sesenta. 

 La radio y la incipiente televisión eran los escaparates que informaban el abastecimiento de la música pop y rock que se hacía, tanto en España como el ámbito internacional. “El Gran Musical”, presentado por Tomás Martín Blanco, y “Discomania”, por Raúl Matas, eran los programas de radio que tenían más audiencia. En televisión se emitían los espacios “Escala en Hi-Fi”, presentado por el cantante Mochi, y “Discorama”, dedicado al jazz y al rock, conducido por Pepe Palau los domingos a mediodía, después de las noticias y antes de la telesèrie “Bonanza”, que todos los amigos veían y después comentaban. También las revistas “Discóbolo” y “Fonorama” publicaban toda la información relacionada con el mundo de la música pop-rock. 

 José Luis era el único que sabía tocar la guitarra. Tenía un don natural para la música y enseguida sacaba a la guitarra el acompañamiento de cualquier canción que escuchara por primera vez. Los compañeros estaban maravillados de esta cualidad que tenía; además, si tenemos en cuenta que quién sabía tocar la guitarra ligaba con las chicas con más facilidad, no es de extrañar, pues, que todos quisieran aprender. 

 Era costumbre de la pandilla ir a casa de José Luis las tardes de los fines de semana a tomar café; después, jugaban a cartas (panguingue o póker), escuchaban música y a menudo lo sustituían por clases de guitarra que les daba José Luis. Edu y Germán enseguida cogieron el punto y fueron aprendiendo a buen ritmo; Siso no los pudo seguir y, desencantado, lo dejó. 

 Edu se lo cogió con verdadero interés y en pocos meses sabía tanto como su maestro. Se compró una guitarra y tocaban a dúo temas de The Shadows, que los amigos escuchaban con delectación. Pronto sintió la necesidad de expresar más amplia y profundamente su obsesión musical y buscó y encontrar algunos amigos con quién formar un grupo de música. Este fue el principio de una larga y gratificante carrera musical que continuaría profesionalmente a lo largo de su vida. 

-Sabeis qué? Estamos formando un grupo musical y el el próximo sábado quiero ir a Valencia a ver guitarras eléctricas, amplificadores, micrófonos y todos los instrumentos que se necesitan. Quién me quiere acompañar? –dijo exultando Edu a los amigos un domingo por la tarde, mientras jugaban una partida de cartas en casa de José Luis. 

-Qué dices! De verdad? Me alegro mucho. Yo me apunto para ir a Valencia –dijo inmediatamente Siso. 

-Ey! Muy bien, Edu, te felicito. Seguro que triunfaréis. Yo también me apunto para ir –añadió Germán, dándole un golpecito a las espaldas. 

Como José Luis permanecería en silencio, Edu se le dirigió. 

-Y tú? No dices nada? 

-Con quién haréis el grupo? Los conozco? –preguntó José Luis. 

-De momento somos tres. Pepe, a la batería, Rafa, de cantante, y yo a la guitarra. Ya buscaremos alguien más para tocar el bajo y la otra guitarra. Tú me dijiste que no querías participar, pero si te lo has repensado, todavía estás a tiempo. 

-No, yo no puedo. Ya me gustaría, pero se lo pregunté a mis padres y no me dejan –respondió decepcionado. -Y tampoco vendrás a Valencia? 

-No, el el próximo sábado tengo que ir a Beniarrés con mi padre. 

-Pues yo no pienso pedir permiso, porque seguro que no me dejarán –afirmó Germán. 

-Ni yo tampoco –dijo Siso. 

 -Por cierto, como iremos? Supongo que en auto-stop, no? –preguntó Germán. 

-No sé, yo había pensado ir en autobús. Ahora que, si queréis... –respondió Edu, no demasiado convencido. 

-Sí, hombre, sí, vamos en auto-stop y nos ahorramos el dinero del billete –corroboró Siso. 

-Y ya tenéis dinero para comprar los instrumentos? –preguntó José Luis. 

-Aún no, solo quiero ir para conocer los precios y saber cuánto dinero necesitaremos –respondió Edu. 

-Y de donde sacaréis las pelas? –inquirió Siso. 

-Pues, todavía no lo sabemos. Yo tengo unos pocos ahorros, de algunos cuadros que he vendido -tenía unas dotes innatas para el dibujo y la pintura, que practicaba con verdadero arte sin tener que esforzarse mucho-, pero no creo que sea suficiente –contestó Edu, sin perder el entusiasmo. 

 -Ya está! Sabéis qué podríais hacer para sacar pelas? Una rifa –dijo Siso, como si se le hubiera encendido una luz. -Una rifa? Como? –preguntó Edu con interés. 

-Sí, hombre. Hacéis unos talonarios de números y los vendéis a todo el mundo. Dais un premio al número que coincida con el sorteo de los ciegos. Esto lo hacen todos los años los de no sé qué falla y siempre ganan mucha pasta. 

-Y esto como se hace? –Edu empezaba a interesarse de verdad. 

-Pues, mira. Imprimís mil boletos, con los números del 000 al 999, a cinco pesetas cada número, con la fecha del día del sorteo. Esto hacen cinco mil pesetas si los vendéis todos. Al número que coincida con el premio que salga de los ciegos, le dais de premio mil pelas y todavía ganáis cuatro mil. Y si no aparece nadie reclamando el premio, todo son beneficios. Qué te parece? –le dijo todo seguido. 

-Pero, esto se puede hacer? No hay que pedir permiso a nadie? -Edu no las tenía todas. 

-No, no hace falta. Solo ponéis en el boleto “A beneficio de ...” no sé, algo que cuele, por ejemplo, “asociación de pobres amigos de la música”. Qué te parece? –dijo Siso, que todo lo veía con optimismo. 

-Ostia!, esto podría ser la solución –Edu empezaba a ver las puertas del cielo abiertas. 

-Si quieres, nosotros te podemos ayudar a vender los números, no? –preguntó dirigiéndose a los otros chicos- Pero haría falta que lo hicierais todos los componentes del grupo y que os ayudaran las hermanas, hermanos, primas y primos a venderlos a los colegios donde van a estudiar, las tiendas del barrio y todo el mundo que conozcáis. No debe de ser fácil vender mil números. -Mañana mismo hablaré con los otros del grupo. Seguro que están todos de acuerdo. Ostia, Siso, qué idea más buena –dijo agradecido Edu. 

-Pero el sábado iremos a Valencia, no? –preguntó Germán. -Sí, sí, está claro, y ahora con más motivo, porque así podré prever lo que podremos comprar, si todo va bien –concluyó feliz Edu, a quién Siso le había contagiado su innegable optimismo. 

 *** 

 La rifa fue un éxito. Vendieron casi todos los números a parientes, amigos y conocidos. Incluso llegaron a venderlos a la gente que paseaba por la calle. La lástima fue que sí que apareció una persona con el número premiado y exigió el premio de ”Un pergamino valorado en mil pesetas”. Con las ganancias pudieron comprar alguno de los instrumentos que necesitaban, aunque no todos ni de la calidad que hubieran deseado. 

Un domingo por la tarde, cuando el grupo ya llevaba unas semanas ensayando, invitaron todos los amigos de la pandilla a un concierto, en casa de la abuela de Pepe, en el mismo lugar donde hacían guateques. Edu tocaba la guitarra solista; Orengo, el bajo; José Luis, la guitarra rítmica; Pepe, la batería; y Rafa cantaba. Tenían un pequeño amplificador donde enchufaban todos los instrumentos. En medio del bombo, Edu había pintado con letras exóticas el nombre del grupo: Los Brumas. Iniciaron la audición con una canción que estaba mucho de moda aquellos días, “Popotitos”. 

 Mí amor entero es de mí novia Popotitos, sus piernas son como un par de palillitos y cuando a las fiestas la ivito a bailar sus piernas flacas se parecen quebrar. Popotitos no es un primor pero baila que da pavor a mí Popotitos yo le di mi amor. Popotitos baila rock and roll y no la ves ni cono la luz del sol es tan delgada que me hace pensar que en plena lluvia no se va a mojar. Popotitos no es un primor pero baila que da pavor a mí Popotitos yo le di mí amor. Cuando hace viento parece volar a miss universo nunca va a llegar cono Popotitos me voy a casar y en adelante la voy a alimentar. Popotitos no es un primor pero baila que da pavor a mi Popotitos yo le di mí amor. -

Bravo! 


-Muy bien! 

-Fantástico! 

-De puta madre! 

-Sois cojonudos! 


Todos los amigos y amigas que llenaban la pequeña sala, agradablemente sorprendidos, aplaudían entusiasmados y enardecidos por la brillante versión que habían escuchado de la conocida canción. La mayoría de los presentes nunca antes habían asistido en vivo a un concierto de música rock-pop y les pareció de lo más extraordinario. Los integrantes del grupo, orgullosos de su actuación, comprobaron satisfechos la parte positiva de los numerosos ensayos que habían realizado, viendo la alegría y euforia con que los amigos los apoyaban. Acababa de nacer el primer club de fans de Los Brumas. Aquel día el guateque lo hicieron, en parte, con música en directo.

sábado, 11 de agosto de 2012

  
Nombre: Eduardo Martí
Grupo/s: Los Duendes, Los Tifones, Julio Galcerá & Mala Seguida, Revólver, Jah Macetas, Jalea Irreal, Caja China, Al Este, Polvos De Talco Baxter, Sabrosa, Fraguel Rock, Mocedades,  etc...
Instrumento/s: Bajo Eléctrico.
Fecha: 21.05.2007



Eduardo Martí, protagonizó en los ochenta un papel importante al colaborar y formar parte de un número importante de bandas musicales que abarcaban todos los estilos y tendencias: Jalea Irreal, Caja China, Polvos De Talco Baxter, Fraguel Rock, Julio Galcerá & Mala Seguida, Jah Macetas, etc... Pero no solo eso, su currículo se remonta a mediados de los sesenta, en donde ya se filtraba en formaciones como Los Duendes o Los Tifones desde su Gandia natal y, en la actualidad sigue al pié del cañón manoseando su bajo para cualquier artista que se preste, amén de haber colaborado con un importante número de artistas que van desde Amistades Peligrosas, Mocedades, Revolver, David Civera o Tony Ronald. En Movida Valenciana De Los 80 hemos entrevistado a Eduardo Martí, donde nos cuenta desde su punto de vista como fueron sus principios musicales desde los años sesenta hasta la actualidad.


Empezaste en dos formaciones gandienses como fueron Los Duendes y Los Tifones, ¿qué recuerdos tienes de aquellos años en la capital de La Safor?.

Tengo grandes recuerdos de todo aquello. Teniendo muy pocos medios como teníamos, todo se hacía con mucha ilusión y vitalidad, con la única finalidad de divertirnos y pasárnoslo bien tocando. Empezamos con instrumentos muy baratos y bafles caseros y mi primera guitarra creo que no tenía ni marca, así que aquello sonaba un poco a demonios, pero el hecho de que sonara ya era una pasada. Más tarde decidimos comprar instrumentos mejores pagándolos a plazos con la pasta que sacábamos de las actuaciones y aquello ya nos sonaba a gloria. Como curiosidad diré que se cobraban unas 2.000 pesetas por actuación y de ahí pagábamos todo: los plazos, al representante y hasta al conductor de la DKW que nos llevaba. Tocábamos mucho por toda la provincia y a veces hacíamos algún matinal en el Instituto, donde las fans se nos comían y luchaban por un autógrafo. Suena un poco exagerado, pero así era. Los Duendes llegamos a ser muy populares. Lástima que no quedara nada grabado.

Con este currículo envidiable, ¿cuándo te das cuenta que te puedes dedicar en serio y ganar dinero en el mundo del ruido?.

Lo de ganar dinero siempre ha sido muy relativo. En este mundillo hay rachas que te va medianamente bien y otras peor, pero bueno, fue a finales de los setenta cuando, por obra y gracia de quedarme en el paro y dado que ya estaba inmerso en el mundo de la música, decidí dedicarme exclusivamente a ella.

Supongo que a tu llegada a Valencia observaste un enorme cambio musical respecto a tu ciudad, y durante más de una década te sumergiste en un sinfín de bandas. ¿Cuál es la que mejor recuerdos te trae y por qué?.

Sin lugar a dudas Polvos De Talco Baxter por la cantidad de divertidas anécdotas.

Polvos De Talco Baxter, quizá fue la banda que más repercusión obtuvo en la ciudad, ¿cómo recuerdas aquello y que impresión tienes al estar al lado de un curioso personaje como era Víctor Baxter?.

Todo el grupo apostamos por la genialidad, las locuras y la creatividad de Víctor. Era todo un showman y una máquina de fabricar ideas y canciones con letra y música. Unas letras a veces con sabor ácido, irónicas, sarcásticas, con un fondo de crítica social y una música surgida de sus influencias de auténtico rocker y amante de lo underground, siempre abierta a las ideas que aportábamos todos. Lo cierto es que teníamos un directo potente y había mucha expectación donde íbamos a tocar, por lo original y surrealista de la puesta en escena, que en cada actuación era diferente. Para mí, formar parte de esta banda fue toda una experiencia llena de aventuras y buenos momentos.

¿Crees que en Valencia también hubo una “movida”, o realmente era solamente una historia inventada en la capital de España?.

Creo que “movida” la hubo a nivel nacional pero había una fuerte discriminación por parte del centralismo madrileño. Aunque aquí hubieron muchísimos grupos, se aportó mucha energía cultural y se vivía todo muy intensamente, era muy difícil salir adelante debido también a la deficiente infraestructura que teníamos  a nivel de compañías discográficas, managers, etc.

Entrando en los noventa, ¿visualizaste alguna diferencia a nivel musical respecto a la década anterior?.

Fue la evolución del techno con todas sus variantes: house, hip hop, drum n’bass, trance, etc. y salpicó a todos los géneros, pero también hubo una recuperación de la espontaneidad absorbiendo mucho del pasado y una tendencia a la mezcla de estilos.

En la actualidad sigues viviendo de la música, ¿cómo ves el panorama musical en general, tanto a nivel nacional como internacional?.

La verdad es que no estoy muy puesto sobre lo que se está haciendo actualmente, pero te diré que de lo que he oído hay pocas cosas que realmente me gusten.

¿Ha cambiado la forma de fabricar música respecto a décadas anteriores?.

Para mí que en general se sigue cayendo en el juego de la música rápida para consumo masivo, dejando a un lado la creación de buenas canciones. Por otra parte, internet ha cambiado las reglas del negocio basado en las ventas de discos y me parece que las discográficas arriesgan poco por los grupos con talento, lo cual les lleva a la autoproducción hasta que la compañía les ofrece el contrato con el producto ya definido.

A continuación te cito una serie de nombres y contestas lo primero que te venga a la cabeza.

Julio Galcerá: Sentimiento y carisma.
Gandia: Me la han cambiado!.
Pepe Cantó: Percusiones varias. 
Caballo (pub): Histórico.
Los Tifones: Formado a partir de Los Duendes, tras su disolución.
Operación Triunfo: Éxito rápido y fácil a través de los medios.
Eduardo Bort: Tocar con él era un lujo.
Isla (discoteca): Buenos eventos.
Els 5 Xics: Un intento de reaparecer,  de la mano de Amparo Martínez (viuda de Nino Bravo). Duró poco.
Lápidus: Compañero de fatigas y guitarrista incansable. Descanse en paz.
Carlos Goñi: Una persona difícil y complicada.

¿Qué canción o canciones te hubiera gustado crear de toda la historia de la música?.

Hay tantas…aunque me quedo con cualquiera de Stevie Wonder o de Ray Charles.

Un veterano como tú que ha pasado por mil batallas y anécdotas, ¿puedes contar algo subrayable que te haya sucedido a lo largo de todos estos años?.

Lo más subrayable que me ha podido suceder es que aún siga enrolado en este complicado mundo de la música. Pero en fin, aquí estamos. Luchando y como diría un salsero: “siempre p’alante, como el elefante”.


Gracias por todo Eduardo.